miércoles, 13 de febrero de 2013

Compartir la música

Compartir la música hace que la experiencia sea por mucho superior. Está hecha para ser oida con alguien más.

En algún bus rutinario he sentido la necesidad de que la persona a mi lado sepa lo que escucho, las canciones que me apasionan. Pero no tiene idea.

Entonces ya no puedo seguir con mis audífonos y prefiero quitármelos. ¡Qué rico sería saber su opinión después de que oyera un par de canciones a consciencia!

También cuando tenemos en mente a una persona se comparten canciones. Sabemos que en algún momento las ha degustado o las degustará, y ese bonito presentimiento nos hace sentir que no la escuchamos más solos o solas.

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