Es tan poco lo que sé

1

Me vino a la mente una canción hace unos días. Una canción que interpreta un poema del siglo de oro en la literatura española.

Es de esas piezas que conocés solo cuando te salís de lo que estás acostumbrado a oír, cuando algo llega a tus manos por el camino menos esperado. Y entonces se te abre todo un universo. Parás y decís: "Debería aprender más de esto".

Toma dos. Se me vino a la mente una canción de Paco Ibáñez donde interpreta un poema de Francisco de Quevedo, uno de los grandes del siglo de oro en la literatura española.

Y así de fácil obtuve tres enormes temas de los que conozco prácticamente nada o menos y de los que quiero saber más. Con solo recordar esta canción.

2

Una amiga me pregunta si voy al concierto de Mike Stern. "¿De quién?"

- "De Mike Stern, alumno de Pat Metheny. De paso escuchá a Jaco Pastorious"
- "Ajá. ¿Quiénes?"

No conozco nada del jazz. Lo he escuchado por alguna emisora que me hace ambiente durante una ocasional desvelada. No soy fan, mucho menos un conocedor.

Me dice que la gente que hace jazz suele sacar muchísimos álbumes y que como género es muy variado. Me pasa tres enlaces para comenzar.

Una pieza a la vez, frente a un océano de jazz.

3

Me sucede cuando se habla de literatura costarricense, latinoamericana o del mundo. O sea, con toda la literatura.

Cuando sentís que ya sabés alguito, volvés a ver a otra parte y hay un sinfín de autoras y autores por conocer. A esto se agrega que al parecer todas y todos menos yo conocen estas grandes obras.

Y no hablemos del arte, que estoy peor.

Me da frustración sentir que voy atrás de lo que las demás personas saben. Sentir que hay cosas que debería saber, que al parecer son básicas, y que desconozco.

Pero es breve. Cambio la sensación negativa por optimismo: ¡hay tantísimo bueno por conocer!

No importa, quiero seguirme encontrando con temas de los que hasta me siento mal por no saber. Al admitir que nunca lo sabré todo, me dedico a disfrutar cada cosa nueva que aprendo.